El escultor Antonio Solá fue el autor, entre otras obras, del conocido grupo escultórico dedicado a dos de los héroes más importantes del levantamiento del Dos de Mayo de 1808.
Ese mismo año, Solá fue detenido y encarcelado por negarse a reconocer a José Bonaparte como rey de España.
Encuentro muy razonable el traslado que hubo en su día, desde los jardines de El Retiro, a su actual ubicación, dado que fue en ese lugar, donde estos personajes dieron su paso a la gloria, tras entregar la vida. Aunque no tendría por qué ser la razón única.
Por otra parte, este monumento resta protagonismo a otro, el Arco del Parque de Monteleón, que fue anterior y que rendía homenaje a todas las personas que allí se jugaron la vida y sobre todo, a todos los que la perdieron.
Pienso que el tiempo ha demostrado que no ha sido la mejor elección, a la vista de que periódicamente, es objeto de entretenimiento para algunos de los vecinos que allí se concentran, los cuales pintan las figuras, las cubren con ropajes, realizan sus necesidades en el pedestal, trepan a sus hombros, para fotografiarse, etc. En resumen: burlan a los personajes y deterioran la obra.
Resulta claro, que el riesgo de sufrir ultrajes y daños se incrementa, por ser la plaza en la que se encuentran, el centro de “la movida madrileña” y por celebrarse en ella, distintos eventos, que nada tienen que ver con los homenajeados en el monumento, y en la que los participantes, con sus actos, demuestran ser claramente ignorantes de la relevancia de estos personajes históricos, en unos casos, y posiblemente intentan mostrar de alguna forma su desprecio a lo que representan, en otros.
Creo que acierto en pensar que el último cambio de emplazamiento ha sido un error y que la primera ubicación, hubiera resultado mejor.
Como para tantos otros monumentos, los jardines de El Retiro podría ser el lugar donde este recibiría el respeto de aquellos compatriotas que nos sentimos deudores de estos héroes, siendo al tiempo respetado por la indiferencia de aquellos a quienes su recuerdo no les dice nada. O incluso molesta.
La obra que un encarcelado por oponerse a un rey usurpador creó en memoria de dos grandes hombres que encabezaron la rebelión contra el poder que lo entronó, y del espíritu que representa su recuerdo, no se merece seguir más tiempo tras una reja que les aprisiona pero no les protege.
Por todo ello solicito que se atienda mi petición de traslado de ubicación del Monumento a Daoíz y Velarde, desde el actual, de Plaza del Dos de Mayo, al primitivo, del parterre de los jardines de El Buen Retiro. Este hecho, estoy seguro, no solo de que servirá para proteger una obra de arte, sino que además permitirá concederles el respeto que les es debido, para quienes así lo sentimos. Y para aquellos a quienes se lo logremos infundir.
