Como cada año, el día de San Sebastián (20 de enero) o próximo a este, Voluntarios de Madrid 1808 recorre el camino de Tribaldos a Uclés y rinde homenaje a aquellos compatriotas que dieron la vida sirviendo a España y por un rey que nunca se lo merecería. Más mayores que lo eran aquellos, algunos, mejor comidos y más abrigados, pero con los mismos uniformes y armamento que aquellos. Porque creemos que estas epopeyas, no deben ser olvidadas.

CAMINO DE UCLÉS

Pocos quedábamos de los que  llenos de entusiasmo abandonamos Madrid.

Cuando, tras saber lo de Bailén, el aterrado José Bonaparte huyó refugiándose en Vitoria, creímos que podíamos marchar hasta el norte y expulsarle a él y a su ejército de España.

Tudela fue el final de la mayor parte de los que conmigo nos unimos al reciente regimiento de Voluntarios de Madrid. Y es que Napoleón había penetrado en la península al frente de sus mejores tropas, llegando a la capital y consiguiendo volver a sentar a su hermano mayor en el trono español.

A la marcha, de los que logramos escapar de la derrota, que mantuvimos durante veinte días, de pasar hambre y frio, por caminos embarrados y bajo la lluvia, se unía la cruel persecución del ejército francés. En Bubierca quisimos hacerles frente, para sufrir un nuevo descalabro.

A duras penas llegamos a Cuenca, allí estuvimos lo justo para reparar nuestros maltratados cuerpos, hasta que nos dijeron que salíamos hacia Madrid para volver a echar al rey impuesto por Napoleón. ¡Nosotros ya teníamos rey! Pero en Tarancón los imperiales nos obligaron a retroceder. En Uclés resistiríamos, pero fue a los Voluntarios de Madrid, un batallón formado con los restos de otros dos, a las órdenes de nuestro coronel, don Manuel Armengol, a los que nos tocó cubrir la retirada de los nuestros en el cercano pueblo de Tribaldos.

Al anochecer nos atacó una partida de dragones, que pudimos rechazar con el fuego de nuestros fusiles. Pasaron las horas sin que recibiéramos la orden de replegarnos y unirnos a los nuestros en Uclés. A las ocho de la mañana observamos la imponente formación del enemigo sobre una loma, frente a nosotros. Su artillería comenzó a castigar nuestra posición, logrando que en tres ocasiones tuviéramos que abandonarla, hasta estar fuera de tiro. En orden, manteniendo la alineación, nos retiramos, para descubrir que el enemigo nos había superado, ocupando el olivar que nos separaba de Uclés y, bloqueando nuestra retirada.

La caballería imperial se cebó en los que intentábamos, a la desesperada, llegar hasta el monasterio. Ninguno lo logro. Los pocos que no cayeron acuchillados, fuimos hechos prisioneros.

De lo que pasó después, tardamos años en saberlo. Finalmente, las tropas francesas que tomaron Uclés, entregándose a un brutal saqueo y cometiendo todo tipo de excesos sobre la localidad. Tanto las casas como el monasterio fueron desvalijados. Los monjes, fueron cargados con andas o con albardas, para así escarnecerlos, los hombres degollados en la carnicería y las mujeres cuyo número llegaría a las trescientas violadas, luego, sus lamentos fueron acallados quemándolas vivas en la iglesia del pueblo.

No hay gloria en quien empaña así su triunfo, si no en quienes lo padecen.

El pasado fin de semana (19 a 21 de enero del 24) la asociación de recreación histórica y cultural Voluntarios de Madrid, rindió homenaje a aquellos compatriotas que dieron la vida sirviendo a España y, por un rey que nunca se lo merecería. Más mayores que lo eran aquellos, algunos, mejor comidos y más abrigados, pero con los mismos uniformes y armamento que aquellos. Porque creemos que estas epopeyas, no deben ser olvidadas.

Seguimos la ruta de aquellos patriotas, desde el pueblo de Tribaldos y terminando donde ellos no consiguieron llegar, Uclés. Lugar este, donde fuimos recibidos por los vecinos con el cariño al que nos tienen acostumbrados y gran atención a las escaramuzas que allí realizamos.

Gracias a los recreadores y al público que nos acompañó.